25 octubre 2006
Rojo, morado, verde.
Metió sus malditos lloriqueos en un bolso, se puso su puta cara de zorra y cerro la puerta sigilosamente al salir. Pero para siempre.
06 octubre 2006
Vivo con el hijo de Papa Noel.
Siempre nos ha caído mal el gordo de la Coca-Cola pero es que no conocéis a su hijo.
Llegó a principios de esta semana a ocupar la habitación que dejaba Shaggy (un gran cambio por cierto) y todo han sido sorpresas.
Tiene la barba larga y rubia, usa gafas redondas, mide dos metros y no tiene nada de barriga, de hecho es del estilo del Shaggy pero barnizado de buen rollo. Es vegetariano, fuma de liar, se ríe a carcajadas y va siempre descalzo por casa.
Tiene que ser él, tiene que ser hijo del gordo, camuflado en el cuerpo de un investigador antropólogo. Seguro que lo manda papá para estudiar el impacto del barco pirata y el tragabolas con el paso de los años. Quizás comprobar si aún seguimos creyendo en los reyes o ya nos han dejado la cabecita guapa la tele y las promociones comerciales.
Aunque sea una locura, mañana se lo pregunto. Si, mañana con los ojos pegaos en el desayuno, se lo suelto. Bueno eso si soy capaz de sacar los cuatro renos que inexplicablemente han tomado nuestra cocina esta semana.
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