Que sueñes con los angelitos - dice Julianne Moore

Agujetas que ya llegan, sudor seco, pasta dentífrica, pana marrón, tirón, pandereteo y siseo de maracas, el ventilador del ordenador a todo trapo en enero, un queso de oveja con numero de lote 83158 encima de la mesa, y el ratón que lo mira, se enciende y parpadea.

Cada vez que empiezo a escribir, me entran ganas de fumar. Y casi siempre es demasiado tarde para fumar, porque La cama ya me llama, claro, lleva todo el día sola, y fría, y sola. En un rato seremos solamente uno.

Unas notas de piano a lo Saint-Germain y una flauta metálica. Y el teclado que hoy a decidido hablar finlandés y no tengo ni tildes ni guiones, y al pulsar Shift mas 1, en vez de un símbolo de exclamación, se escribe automáticamente ªGracias por su visita”. Gracias Corrector Ortográfico de Microsoft Word por hacer todo lo que esta en tus manos.

Agujetas que mañana serán mayores de edad, los tendones duros a la tarde y el cuello rígido como un palo para la noche. Pasado mañana me volverá a salir la barriga como cada jueves a eso de las cinco de la tarde, después del café.

Y también mañana, estrenare por fin el maquillaje que me echaron los reyes. Para ir a la oficina. Llevo ya casi cuatro semanas y creo que es hora de que empiece a hacer que se fijen un poco en mi; aunque sea para que dejen de apagar las colillas en la esterilla de mi ratón y a vaciar el sacapuntas sobre mi taza. O quizás sea más cómodo el anonimato que las miradas de soslayo y los guiños en el pasillo. No se, pero las medias rosas caen seguro.

A la mierda, voy a echarme el pito, a estirar un poco las piernas y a pensar si empiezo el queso y como se lo cuento a mi Logitech de mi arma.

Wasabi, techno mínimal y mucha gomina para todas.