17 julio 2007

Martes, verano en la ciudad

Me estaba tragando un yogur de fresa esta mañana a eso de las siete con el sol entrando por la ventana de la cocina y el humus ha empezado a hablar. Se movía un poco a la vez, como una ola densa de puré de garbanzos (como no podía ser de otra manera). Y como nunca me permito creer en fenómenos paranormales antes de la hora del almuerzo, pues he cogido mis bártulos y me he pirado a la oficina sin darle mayor importancia.

El día ha sido bastante no-aburrido. A ver, quiero decir que bueno, que un martes a mediados de Julio, con los críos jugando por todas partes y las nuevas universitarias con los folletos de las carreras y los trajes de flores pues demasiado es ir a currar y que el día pase sin hacer mucho ruido.

Mi dieta sigue siendo verde y jugosa: yogur de fresa (como ya he dicho) en casa, medio sándwich mixto con lechuga en el tren, el otro medio con el café de las 9.33, cuscús con pimientos y olivas para comer, nectarina para el gusanillo de las 4 y chocolatina con otro café para animar la última hora y media de Windows XP Professional (su contraseña caduca en 11 días, ¿desea cambiarla ahora?). Justo hace unos minutos, antes de mi último cigarro, ha caído en la bolsa un invento super sexy de burrito con nueces picantes, tomate, pepino, salsa peri-peri, pepinillos y jamón de pavo. Calculo que para el 2012 ya no podré usar nada de mi actual ropa. Una pena.

La tarde, sin embargo, guardaba alguna sorpresa mayor. Cómo el yogur fue a las 7 en vez de a las 8, pues he salido una hora antes de trabajar y al volver al barrio las tiendas estaban aún abiertas. –Umm, el viernes te vas de vacaciones a la playa… umm y cobraste el otro día ¿no? ¿compras?- Si:
  1. Forza 2 Motorsport para Xbox 360
  2. Pantalones vaqueros de color vaquero y una talla por debajo de la honestidad
  3. Zapatillas blancas con punta de idiota
  4. Ticket para Kings of Leon en Diciembre (ouieah)

¡Uf! que bien que ya he vuelto ha sentirme capaz de despilfarrar dinero como el mes pasado por esta fechas (y nunca antes de dentro de otros escrupulosos treinta días). – Habrá que celebrar también que ha salido el Sol ¿o que? – Claro: San Miguel en la terraza de al lado de casa, 2 llamadas a buenos amigos (la cerveza con amigos sienta siempre mejor) y otra más con los compañeros del nuevo piso. Jijiji jajaja y “vaya zapatillas de idiota” y “no suena mal la música de tus colegas” y “¿has visto la serie de el director de American Pie?” y “mañana me voy de viaje de curro” y “ya verás cuando arreglemos la tele de segunda mano” y “mañana debe de ser el día de recogida de reciclados” y “los Ford suelen durar mucho” y “yo creo que el patio de abajo es comunitario y vamos a hacer una barbacoa a ver que pasa”. Y nada, que me voy a comer otro rico yogur de fresa antes de lavarme los dientes. Y ¡vale!, le preguntaré a el humus que narices intentaba contarme esta mañana...


01 julio 2007

Tú y tus amigos los cacharros, 2

Hoy entre mis 5 bolsillos del vaquero reunía: 1 paquete de Golden Virgina de 25 gramos (con advertencia: “Fumar puede dañar el esperma y reduce la fertilidad” por el anverso y “FUMAR PUEDE MATAR” por el reverso). Dentro de él, y sólo a primera hora de la mañana, además de tabaco, había un paquete de Rizzla verde con dieciséis papelillos y siete boquillas Swan estrechas. Siempre llevo mi cartera de cuero de bovino marrón, tamaño billetera con varias tarjetas de plásticos, 3 de ellas con chip de datos (dos tarjetas de crédito y una para recargar el móvil ) y otras 3 con banda de radio frecuencia (Oyster, la del Primavera Sound y la del trabajo). Un mechero Clipper rojo, varias monedas de varios grosores, tamaños, densidades, suciedad y colores; un recibo del cajero y un listado de películas de The Prince Charles Cinema para la semana del 22-28 Junio que incluye, como recomendaciones del personal: “Magicians”, “Fracture”, “Alpha Dog”, “Black Gold”, “Black Snake Moan” y “Course of the Golden Flower”. Casi siempre suele caer en el bolsillo grande anterior derecho el móvil, un Sharp GX15 con tarjeta de prepago Vodafone y casi 3 años de antigüedad. Sin embargo, lo único que puede contar algo de mi vida es el reproductor de emepetres, que hasta hace cinco minutos contenía uno o mas álbumes de las siguientes bandas de música rock-pop (roca-gaseosa):

Arcade Fire
Atom Rumba
Calexico
Comets on Fire
Corrina Repp
Deluxe
Dirty Pretty Things
Dogs Die In Hot Cars
Dressy Bessy
Editors
Electrelane
Explosions In The Sky
Grizzly Bear
Grupo De Expertos Sol Y Nieve
Howe Gelb
Kaiser Chiefs
Kings Of Leon
Klaxons
La Costa Brava
Le Mans
Los Planetas
Mando Diao
Modest Mouse
Mogwai
Morrisey
My Morning Jacket
Mylo
Pages
Patti Smith
Perl Jam
Plastica
Riffles
Second
Shout Out Louds
Sondre Lerche
Spoon
The Divine Comedy
The Pink Spiders
The Rakes
The Rapture
The Wedding Present
TV On The Radio
We Are Scientists
White Rose Movement
Wilco
Yo La Tengo


Ahora que ya no me queda ningún secreto por desvelaros, puedo pensar con libertad y expresar libremente mis sentimientos: me muero por irme a la cama.

Tú y tus amigos los cacharros


Todavía recuerdo el primer día que salimos de compras juntos. Era viernes, sobre las 7. Nos vimos en la salida de Argüelles al Corte Inglés de Princesa. Jiji, jaja y no me decías a donde íbamos, sólo “ya veras que risas”.

Bajamos hasta Plaza de España por la acera de la sombra. Ese paseo siempre está bien porque es cuesta abajo y los viernes en particular notas como Madrid empieza a hervir para el fin de semana.

Pero justo después de la joyería de la plaza de los Cubos, torcimos y subimos las escaleras que dan al centro cultural ese tan grande que ahora no me acuerdo como se llama. Por aquí, por aquí. Y nada que no soltabas prenda. Yo estaba seguro que me llevabas a alguna tienda de ropa de skaters a comprar calcetines de cuadros verde manzana y marrón chocolote-con-leche. Pero no.

Sex shop “FistAndFinger” calle del Pez 1. Jiji, jaja, ya veras que risas… Pues nada, padentro. Huele mal, la dependienta parece que vuelve de su beca a media jornada en el Thyssen: camiseta punk sin cuello, pelo… no sabría describir ese corte de pelo y un tatuaje pecho-hombro a 6 colores de un pez globo a lo japo. El pez suelta tres burbujas por la boca; dentro de la más grande se ve reflejada una niña pequeña echando comida al pez.

Sección videos nada. Seguimos a la de ropa guarrona y nada. ¿Sección juguetitos? Pues si. Echaste delante y al torcer el pasillo te encuentro mordiéndote el labio mientras mantienes entre las dos manos un pepino de plástico rosa transparente tan largo como un rodillo de cocina pero del grosor de un bote de espuma de afeitar. Cuando le encontraste el botón de on y off se te cayó la mochila al suelo y no pudiste más que echar los pies hacia ambos lados del pasillo para no perder el equilibrio. El cabrón se retorcía silenciosamente como una víbora saliendo por agujero del lavadero.

Por fin levantaste tus ojos hacia mí. Sin embargo la boca se te quedó abierta con una sonrisa como las que yo pongo con los goles de falta a la escuadra desde fuera del área.

“Hoy cenamos en mi casa” mientras ponías el pin para pagar en el mostrador. Y cenamos bien, ensaladilla y croquetas del bar de abajo y una ensalada con queso de cabra tan sencillamente sofisticada como tú: tomate cherry, rúcola, nueces, un toque de vinagre balsámico y el queso. 1 minuto en el microondas y a la mesa. Pan no te quedaba y comimos una galletas de esas saladas que se les puede poner de todo. A ti se te ocurrió que molarían con un Philadelphia de salmón que tenías a medias. Y de postre 2 yogures, uno de frutas del bosque y otro natural en tarro de cristal con fresas en el fondo. Fumamos un cigarro cada uno. Chesterfield. Y yo lave los platos con la última gota de lavavajillas “Sol” que quedaba.

Me acuerdo de todo bastante bien porque después nos acostamos a follar los tres. Tú, yo y esa engendro de ingeniería. Me acuerdo de todo bastante bien porque aquella fue la última vez que cené ensalada con queso de cabra y la última vez que supe de ti.

Cosas que cambian tu vida: El azar

Manolito Estriado-Santos siempre se hacia la raya en el lado derecho mientras ladeaba la cabeza hacia el izquierdo cada mañana antes de ir a la Facultad. Sin embargo este hecho no tiene ninguna relevancia para el resto de la historia que sigue.

Acabó su carrera de derecho en 6 años y 7 veranos. Fue un verano más de la cuenta porque el previo al comienzo de sus estudios, nuestro brillante estudiante no se fue con sus amigos a ningún festival de música en la playa, ni se pintó el pelo de azul ni se fumó un porro, sino que se compró libros de texto sobre romano, civil, internacional, penal, jurídico y mercantil. Y además de comprárselos, se los leyó acompañándolos con horchata de chufa que tanto le gustaba. De cualquier manera, estos datos, aunque bastante más descriptivos, no aportan grandes luces sobre lo que aquí se intenta explicar.

Tuvo varias ofertas de trabajo para bufetes de sus propios profesores. No era un tipo genial con el que irse a una isla desierta a pasar tus 27 días de vacaciones anuales, pero las leyes se le daban requete bien. A pesar de que su familia le aconsejó fervorosamente aceptarlos, Manolito había cambiado su deseo de convertirse en un abogado de prestigio por culpa de un sueño. En este caso, la descripción de aquel sueño tan concluyente sería de una importancia obvia para comprender este cambio de actitud. Pero ¿quién presta atención a la descripción de sueños de otros?... así es que nadie recuerda como fue aquel de Manolito y es imposible incluirlo ahora.

El letrado hizo su maleta, metió el peine que seguía usando desde los tiempos de la catequesis y se montó en un avión con billete de ida a un país donde no hablaban su lengua, donde se come a horas raras, donde la gente ama un deporte incomprensible y donde llueve tanto que la hierva crece espontáneamente en los sobreros de los caballeros. Buscó un trabajo, hizo amigos fantásticos, aprendió a chapurrear aquella lengua de orcos y un día se despertó satisfecho por haber hecho algo que lo realizaba como ser humano. Manolito se sentía dueño de su presente y afrontaba el futuro con alegría y sin miedos. Tanto era así que una vez se atrevió a hacerse la raya en el lado izquierdo (valga el dato insulso por una estúpida vez).

Ayer nuestro Manolito tuvo un golpe de suerte que le ha hecho recapacitar mucho. Estaba buscando un piso nuevo; uno de esos que se comparten con gente que al principio son completos desconocidos. Había visto como quince a lo largo de los últimos tres meses. Unas veces las condiciones eran buenas y otras los inquilinos parecían interesantes, pero raramente casaban ambos sabores. Buscando y buscando en Internet, hubo uno a mediados de esta semana que parecía genial. Al día siguiente, el último compañero que quedaba por conocer llamó para quedar en la Estrella del Norte y conversar con una cerveza, casi como una cita a ciegas. Resultó ser un tipo estupendo y la entrevista se convirtió en varias birras con risas y buena conversación.

Manolito celebró a lo grande anoche haber encontrado justo lo que buscaba y esta mañana se ha despertado con un merecido dolor de cabeza y con la extraña sensación de que en la vida, algunas cosas muy importantes, dependen absolutamente del azar. Ha comido pasta con una salsa de su propia invención y ya está preparado para salir a tomarse otro medio millón de cervezas, pero la verdad es que estos matices no aportan mucho a la historia que se acaba con este punto.