01 julio 2007

Tú y tus amigos los cacharros


Todavía recuerdo el primer día que salimos de compras juntos. Era viernes, sobre las 7. Nos vimos en la salida de Argüelles al Corte Inglés de Princesa. Jiji, jaja y no me decías a donde íbamos, sólo “ya veras que risas”.

Bajamos hasta Plaza de España por la acera de la sombra. Ese paseo siempre está bien porque es cuesta abajo y los viernes en particular notas como Madrid empieza a hervir para el fin de semana.

Pero justo después de la joyería de la plaza de los Cubos, torcimos y subimos las escaleras que dan al centro cultural ese tan grande que ahora no me acuerdo como se llama. Por aquí, por aquí. Y nada que no soltabas prenda. Yo estaba seguro que me llevabas a alguna tienda de ropa de skaters a comprar calcetines de cuadros verde manzana y marrón chocolote-con-leche. Pero no.

Sex shop “FistAndFinger” calle del Pez 1. Jiji, jaja, ya veras que risas… Pues nada, padentro. Huele mal, la dependienta parece que vuelve de su beca a media jornada en el Thyssen: camiseta punk sin cuello, pelo… no sabría describir ese corte de pelo y un tatuaje pecho-hombro a 6 colores de un pez globo a lo japo. El pez suelta tres burbujas por la boca; dentro de la más grande se ve reflejada una niña pequeña echando comida al pez.

Sección videos nada. Seguimos a la de ropa guarrona y nada. ¿Sección juguetitos? Pues si. Echaste delante y al torcer el pasillo te encuentro mordiéndote el labio mientras mantienes entre las dos manos un pepino de plástico rosa transparente tan largo como un rodillo de cocina pero del grosor de un bote de espuma de afeitar. Cuando le encontraste el botón de on y off se te cayó la mochila al suelo y no pudiste más que echar los pies hacia ambos lados del pasillo para no perder el equilibrio. El cabrón se retorcía silenciosamente como una víbora saliendo por agujero del lavadero.

Por fin levantaste tus ojos hacia mí. Sin embargo la boca se te quedó abierta con una sonrisa como las que yo pongo con los goles de falta a la escuadra desde fuera del área.

“Hoy cenamos en mi casa” mientras ponías el pin para pagar en el mostrador. Y cenamos bien, ensaladilla y croquetas del bar de abajo y una ensalada con queso de cabra tan sencillamente sofisticada como tú: tomate cherry, rúcola, nueces, un toque de vinagre balsámico y el queso. 1 minuto en el microondas y a la mesa. Pan no te quedaba y comimos una galletas de esas saladas que se les puede poner de todo. A ti se te ocurrió que molarían con un Philadelphia de salmón que tenías a medias. Y de postre 2 yogures, uno de frutas del bosque y otro natural en tarro de cristal con fresas en el fondo. Fumamos un cigarro cada uno. Chesterfield. Y yo lave los platos con la última gota de lavavajillas “Sol” que quedaba.

Me acuerdo de todo bastante bien porque después nos acostamos a follar los tres. Tú, yo y esa engendro de ingeniería. Me acuerdo de todo bastante bien porque aquella fue la última vez que cené ensalada con queso de cabra y la última vez que supe de ti.

1 comentario:

nancicomansi dijo...

HA merecido la pena esperar,eh Superpicnic?
Te veo en plenísima buena forma y esta entrada, y la anterior(por cierto, que no me ha dejado el "blog" COMENTAR...)me han hecho sonreir con una de esas sonrisas torecidas de puro extrañas...es el humor que te gastas tú, un poco "tarantiniano"...
Jiji, jaja...cuando se le cae la mochila cuando "el gigante" entra en movimiento...
Estooo...¿te llevan mucho a tiendas de sakaters?
De las "otras", ni pregunto...
ejem.